por Andrea.C » Dom Sep 06, 2015 2:37 pm
Creo que la fe es libre y no hace a los creyentes o oteos mejores unos que otros. Ser buena sólo por que crees que que así agradas a un ser superior no te hace bondadosa de corazón, ir a la iglesia no te hace mejor cristiana, rezar tampoco. En mi opinión, la iglesia a nivel mundial, cómo en todo el vaticano, esconden poder y riquezas que mueven muchísimos millones que recaudan del movimiento de la caridad cristiana y que después en nada ayudan a los más pobres. Pocos católicos fanáticos y curas que conozco obran con actos generosos. La religión es otra forma política que hace a los poderosos usar a los más adeptos haciendoles creer ciegamente en algo que no es tangible.
Yo no soy creyente, gran parte de mi familia si lo es, me parece bien siempre que respeten mi modo de vida.
Puedes creer en dios y en la Biblia y no en la iglesia al mismo tiempo por que no es incompatible ni te hace peor cristiano. Dios dijo en el antiguo testamento que no necesita muros de piedra para alabanzas "Parte un trozo de madera y ahí estaré, buscame entre las rocas y me encontrarás". Conclusión creer no hace que tengas que ir a la iglesia para ser seguidor de dios.
Por cierto este papa actual, el papa Francisco es de los más enrollados y justos que habitó el Vaticano y trae de cabeza a cardenales que ven con malos ojos su modo liberal de enseñar al mundo la fe y su real significado, al igual que muchos curas y monjas que en actos solidarios se mueven por el tercer mundo de forma desinteresada ayudando a los que más lo necesitan cómo la gran María Teresa de Calcuta, pero de estos se ven menos, quizás sean un 1%, el resto está poniéndose gordo en la iglesia a base de buen vino y cochinillo asado, gastándose los diezmos del feligrés habitual. La iglesia de a pié hace negocio. Os recomiendo leer ángeles y demonios y los pilares de la tierra de Dan Brown. Es más, si leéis la biblia vereis que la propia iglesia se salta grandes versículos de la misma haciendo todo lo contrario. Se ha hecho negocio de la debilidad del ser humano con seguimiento ciego en masa para tener una esperanza que el poder católico se cobra.