Confusión y miedo

Hola chicas, me llamo Angelina, tengo 25 años. Es la primera vez que escribo en el foro pues tengo un conflicto interno o quizás sea poca madurez.
Desde que era más joven, siempre habia pensado que las relaciones de pareja y la vida matrimonial eran una pérdida de tiempo, que siempre la presión te obligaba a ceder y aceptar cosas que en un inicio no quieres en la vida. Era muy terca y testaruda como para permitirme arruinar mi vida, cosa que mi madre, abuela... han sufrido con anterioridad al tener hijos tan jóvenes.
Provengo de un hogar roto por así decirse. Mis padres y sus infinitos problemas, amoríos y desplantes... se divorciaron cuando yo tenía 15 años y cada quién quiso a ser su vida (con todo derecho). Supe en ese momento que ya tenía que empezar a valerme por mi misma, estudié mucho para tener un trabajo seguro y me dediqué a mí, en lo que quería. Seguí la carrera militar que siempre quise y actualmente soy una de las mejores de mi promoción, todo gracias a mi esfuerzo y dedicación.
Mis padres al principio no estuvieron de acuerdo con eso, ellos pensaban que saldrían embarazada por algunos de mis compañeros (no los culpo, los militares de servicio tienen esa fama)
Pero viendo cómo estoy ahora, no tienen de qué quejarse. Estoy orgullosa de lo que soy.
El problema surgió por junio del 2019. En el pasado, nunca me interesé por ningún chico y jamás tuve relaciones amorosas porque estaba centrada en mi vida.
Conocí un chico que al principio no me llamó la atención. También tenía una buena reputación como yo, aunque tiene otra especialización. Hablamos y nos llevamos muy bien.
En un escenario normal, lo habría tomado como un simple amigo. Pero me gustaba mucho su forma de ser, su dedicación, era como si hubiera encontrado una persona muy parecida a mí. Es honesto, trabajador y tiene un buen corazón.
Desde el primer momento, mis sentimientos hacia él eran muy tranquilos, no parecía una chiquilla enamorada como esperaba.
Nos hicimos poco a poco más cercanos.
A principios del año 2020, me confesó sus sentimientos y mi mundo dio un giro.
Tenía miedo, casi temblaba. Lo rechacé.
Él lo tomó bien, me dijo que me quería muchísimo y que siempre estaría ahí para mí.
Él me estuvo ayudando emocionalmente (he perdido familiares) y hasta quiso ayudarme económicamente pero yo lo rechacé. No podía abusar de su confianza.
Hablamos con frecuencia y compartimos cosas juntos. Mi trabajo no se ha visto tan afectado tanto como otros, por lo que lo veo seguido. Nunca ha pasado nada entre nosotros.
De vuelta aquí, sé que tengo un problema grave que se me hace difícil ignorar. Puede que haya tratado de tapar el sol con dedo. Pienso que en cuanto menos me lo espere, me traicionará, me mentirá...
Lo quiero bastante, me gusta, yo le gusto... no habría ningún problema.
Si no fuera por estas ganas de salir corriendo, siempre me he cuidado de las personas con malas intenciones, me exijo a mí misma a ser lo más impecable posible.
Es que soy consciente que siempre hay un día después del final feliz, eso me aterra. ¿Qué debería hacer?
Desde que era más joven, siempre habia pensado que las relaciones de pareja y la vida matrimonial eran una pérdida de tiempo, que siempre la presión te obligaba a ceder y aceptar cosas que en un inicio no quieres en la vida. Era muy terca y testaruda como para permitirme arruinar mi vida, cosa que mi madre, abuela... han sufrido con anterioridad al tener hijos tan jóvenes.
Provengo de un hogar roto por así decirse. Mis padres y sus infinitos problemas, amoríos y desplantes... se divorciaron cuando yo tenía 15 años y cada quién quiso a ser su vida (con todo derecho). Supe en ese momento que ya tenía que empezar a valerme por mi misma, estudié mucho para tener un trabajo seguro y me dediqué a mí, en lo que quería. Seguí la carrera militar que siempre quise y actualmente soy una de las mejores de mi promoción, todo gracias a mi esfuerzo y dedicación.
Mis padres al principio no estuvieron de acuerdo con eso, ellos pensaban que saldrían embarazada por algunos de mis compañeros (no los culpo, los militares de servicio tienen esa fama)
Pero viendo cómo estoy ahora, no tienen de qué quejarse. Estoy orgullosa de lo que soy.
El problema surgió por junio del 2019. En el pasado, nunca me interesé por ningún chico y jamás tuve relaciones amorosas porque estaba centrada en mi vida.
Conocí un chico que al principio no me llamó la atención. También tenía una buena reputación como yo, aunque tiene otra especialización. Hablamos y nos llevamos muy bien.
En un escenario normal, lo habría tomado como un simple amigo. Pero me gustaba mucho su forma de ser, su dedicación, era como si hubiera encontrado una persona muy parecida a mí. Es honesto, trabajador y tiene un buen corazón.
Desde el primer momento, mis sentimientos hacia él eran muy tranquilos, no parecía una chiquilla enamorada como esperaba.
Nos hicimos poco a poco más cercanos.
A principios del año 2020, me confesó sus sentimientos y mi mundo dio un giro.
Tenía miedo, casi temblaba. Lo rechacé.
Él lo tomó bien, me dijo que me quería muchísimo y que siempre estaría ahí para mí.
Él me estuvo ayudando emocionalmente (he perdido familiares) y hasta quiso ayudarme económicamente pero yo lo rechacé. No podía abusar de su confianza.
Hablamos con frecuencia y compartimos cosas juntos. Mi trabajo no se ha visto tan afectado tanto como otros, por lo que lo veo seguido. Nunca ha pasado nada entre nosotros.
De vuelta aquí, sé que tengo un problema grave que se me hace difícil ignorar. Puede que haya tratado de tapar el sol con dedo. Pienso que en cuanto menos me lo espere, me traicionará, me mentirá...
Lo quiero bastante, me gusta, yo le gusto... no habría ningún problema.
Si no fuera por estas ganas de salir corriendo, siempre me he cuidado de las personas con malas intenciones, me exijo a mí misma a ser lo más impecable posible.
Es que soy consciente que siempre hay un día después del final feliz, eso me aterra. ¿Qué debería hacer?