Una historia.

Había pasado ya un año de amistad entre las dos, durante el cual intente explicarle mis sentimientos hacia ella varias veces. Pero cada vez que lo hacia ella sin dudarlo me rechazaba. Había perdido toda fe en tener algo con ella, pero viéndola cada día era imposible deshacerme de la pequeña semilla de esperanza que aún se guardaba en mi.
Pero hoy iba ser el día, pasaríamos una noche bajo el mismo techo y depronto está era mi oportunidad. Dormían otras 20 niñas en el salón así que la tarea se complicaba. Ella no estaba al tanto de mi plan así que debía convencerla primero. Pero les diré algo, aveces la pena me enreda la lengua y me cuesta expresarme con exactitud. Todas dormían y ya era media noche, es decir, el momento ideal. Tome aire, me pare cuidadosamente para que la cama no relinchara y empece a caminar sigilosamente hasta su cama. Ahí estaba, perfectamente durmiendo, me acerqué y me arrodillé a su lado. Le toque un poco la cara para que notara mi precencia y abrió los ojos lentamente. "Qué pasa?" Me pregunto. Me llene del coraje suficiente y le respondí "Puedo pedirte algo que depronto te incomode?" Ella asintió. "Puedo besarte?" Ella se mostraba confundida pero no movió ni una parte de su cuerpo. No me había respondido y no quería esperar a que dijera que no así que la mire fijamente y me acerqué a sus labios lo más lento que pude. Nuestros labios entonces se rozaron y sentí una corriente que abrazaba cada órgano de mi cuerpo.
Nos besamos, esa noche la bese y juro que en ese momento no pude ser más feliz.
Pero hoy iba ser el día, pasaríamos una noche bajo el mismo techo y depronto está era mi oportunidad. Dormían otras 20 niñas en el salón así que la tarea se complicaba. Ella no estaba al tanto de mi plan así que debía convencerla primero. Pero les diré algo, aveces la pena me enreda la lengua y me cuesta expresarme con exactitud. Todas dormían y ya era media noche, es decir, el momento ideal. Tome aire, me pare cuidadosamente para que la cama no relinchara y empece a caminar sigilosamente hasta su cama. Ahí estaba, perfectamente durmiendo, me acerqué y me arrodillé a su lado. Le toque un poco la cara para que notara mi precencia y abrió los ojos lentamente. "Qué pasa?" Me pregunto. Me llene del coraje suficiente y le respondí "Puedo pedirte algo que depronto te incomode?" Ella asintió. "Puedo besarte?" Ella se mostraba confundida pero no movió ni una parte de su cuerpo. No me había respondido y no quería esperar a que dijera que no así que la mire fijamente y me acerqué a sus labios lo más lento que pude. Nuestros labios entonces se rozaron y sentí una corriente que abrazaba cada órgano de mi cuerpo.
Nos besamos, esa noche la bese y juro que en ese momento no pude ser más feliz.