Esta semana tuve cita con el psicólogo para un control, y hablamos sobre lo que mencionó la psicopedagoga respecto a mi sospecha de autismo. En resumen, la confirmación o no del diagnóstico la debe hacer un psiquiatra. Pero me pregunto: ¿de qué me sirve ahora un diagnóstico? A quien realmente le habría servido es a mi yo de niña.
Si se hubiera identificado antes en caso de que sea afirmativo, quizás me hubiera ayudado a tener una vida social, amigos actualmente, y no habría sido blanco de burlas constantes por parte de mis compañeros. Tal vez no habría desarrollado tantos problemas para relacionarme con los demás. Hubieron podido postularme a una carrera universitaria con más facilidad sin tener que esforzarme el doble para estar al mismo nivel de mis compañeros, hasta el punto de desarrollar estrés y ansiedad como ocurrio en la escuela para que en la actualidad fuera algo que no me recomiendan hacer por mi salud mental.
En lugar de eso, me vi obligada a buscar otras opciones, algo que pudiera aprender sin afectar mi salud mental, con la esperanza de que me permita trabajar y ganarme la vida en el futuro. Porque, al final, eso es lo mínimo que uno espera: poder vivir de forma digna.